martes, 31 de enero de 2012

El problema del mal

El problema del mal es un clásico del debate metafísico, y un buen tema para 1º de Bachillerato. Ante todo, no necesariamente tenemos que entender que el problema del mal supone sólo una refutación de la existencia de Dios; de hecho, incluso podríamos plantear un argumento a favor de la existencia de Dios partiendo de la experiencia del mal: plantear que Dios es nuestra única esperanza de que el bien termine triunfando sobre el mal (ya hemos visto como en Tomás de Aquino hay que entender a Dios como el triunfo original del ser sobre la nada, del bien sobre el mal).
Es preciso distinguir en el debate tres tipos de mal: 1) mal metafísico: se identifica con la finitud de los entes; por ejemplo, en los humanos, nuestra condición imperfecta (por ejemplo, no somos absolutamente sabios); 2) mal físico o natural: en ocasiones, los entes se ven privados de características que les corresponden; se producen terremotos, un cáncer repentino, una nutilación, etc. 3) mal moral: es el mal que podemos considerar originado por un ser humano libre: por ejemplo, un asesinato.
-La cuestión es que se puede plantear un argumento deductivo de refutación de la existencia de Dios a partir de la constatación de la existencia del mal en el universo. El argumento procedería de la siguiente manera:
Dios crea el mundo
Dios es bueno (quiere el bien)
Dios es omnisciente (sabrá cómo hacerlo)
Dios es omnipotente (puede hacerlo)
Se puede crear el máximo de bien sin nada de mal
Luego en el mundo no habrá mal [pero lo hay]
Dejaremos al margen las posibilidades de negar una o todas de las premisas 1, 2, 3 y 4 del anterior argumento para resistirse a la refutación. Por ejemplo, podemos negar que Dios cree el mundo. O podemos negar que sea realmente omnipotente; por ejemplo, planteando que hay un Dios bueno y un Dios malo que luchan en igualdad de condiciones; o que Dios no puede evitar tener que vérselas con un principio metafísico malo, como puede ser la materia (estas dos últimas posturas serían planteamientos de maniqueísmo, herejía contra la que combatió Agustín de Hipona).
Nos interesará fijarnos, sobre todo, en la quinta premisa del argumento, para negarla, lo que supone una limitación a la omnipotencia divina.
-Sobre la cuestión del mal moral, podemos plantear que no es posible, ni siquiera para Dios (no es lógicamente posible, diremos), generar el bien de la libertad (y para Tomás, por ejemplo, es un bien tan grande que gracias a él nos parecemos a Dios) sin arriesgarse a que se use de esa libertad para el mal moral. Por supuesto, Dios podía haber decidido o 1) quitar al ser humano las posibilidades de hacer el mal (que no hubiera árbol en el edén): quitar la libertad de acción para el mal, aunque no la libertad de intención para el mal; o 2) quitar al ser humano la libertad de elegir o 3) más radicalmente no haber creado al ser humano. En éste sentido, a lo más a lo que podríamos llegar es a concluir que Dios es un responsable indirecto del mal moral; mientras se quiera seguir creando individuos libres, no se puede evitar lógicamente el mal moral. La cuestión será entonces plantearnos que la libertad es un bien tan grande que merece la pena correr el riesgo del mal moral. En todo caso, Agustín de Hipona, por ejemplo, cargaría la responsabilidad del mal moral sobre el ser humano.
Además, en Agustín de Hipona se plantea la teoría del pecado original de manera tal que el mal moral de Adán se convierte en un mal metafísico para sus descendientes, aunque no como un castigo divino, sino más bien como una consecuencia irremediable. Por el pecado original o mal metafísico, se habría estropeado nuestra condición (como si fuera un artefacto que, una vez salido de fábrica, se ha estropeado o averiado); ejemplos bíblicos de en qué se materializa ese mal metafísico son: tener que trabajar o los dolores del parto; todos los penosos esfuerzos que los seres humanos sentimos en ésta vida para sacar adelante algo de bien serían el resultado de ese mal metafísico. Pero Agustín de Hipona argumenta que no podemos reprochar nada a Dios, al fabricante: de fábrica el artefacto había salido bien. Aunque nosotros no hayamos comido del árbol del Edén, es como si lo hubiéramos hecho; la responsabilidad es comunitaria, de toda la humanidad, no individuo a individuo; esta transmisión del pecado original, por la que un mal moral se convierte en mal metafísico para sus descendientes, sin dejar de ser mal moral, parece algo incomprensible, y Agustín confiesa que efectivamente tiene algo de misterio eso de que sigamos teniendo responsabilidad por algo que hizo Adán. En todo caso, debemos para Agustín de Hipona, y también para Tomás, poner todo de nuestra parte para salir de esta situación, y ya Dios nos hará la gracia de repararnos.
-Insistiendo en nuestras dudas sobre la quinta premisa del argumento, podemos plantear también un intento de justificación de la presencia del mal físico. Podemos plantear, por ejemplo, que es imposible (lógicamente) generar determinados bienes morales sin a la vez generar males naturales; por ejemplo, las enfermedades, las catástrofes naturales, los accidentes, etc, son condición de posibilidad del ejercicio de virtudes como la compasión, la solidaridad o la caridad. El mal natural consigue sacar de nosotros el mejor bien moral. Para no cargarnos la libertad, claro, hay que definir ésta relación en términos de ocasión y no de determinación. Por lo tanto, también es cierto que ante el mal natural se puede reaccionar con mal moral: insolidaridad, injusticia, etc. Pero incluso éstos males morales pueden ser ocasión para seguir mejorando a traves de bienes morales superiores, como el perdón o la reconciliación.
En el planteamiento de C. S. Lewis, la graduación de bienes se establece indicando que puede ser que nuestra felicidad y comodidad sea un bien, pero hay bienes aún mayores que esos, y para evitar que nos durmamos en nuestra comodidad, Dios nos tiene que poner en un ambiente con riesgo de mal natural.
-Estas formas de escapar a la refutación manejan en todo caso la idea de que no es posible crear el bien sin algo de mal. O que el bien sin algo de mal es un bien menor que el bien que se puede conseguir a través del mal (o de arriesgarse al mal). Dios ve el todo, la suma total de bien y mal en el mundo, nosotros no; de manera que no podemos reprocharle a Dios no haber evitado un caso concreto de mal. Aunque no podamos comprenderlo, como diría Leibniz, este es el mejor de los mundos posibles. Por muchas evidencias sobre el mal en la historia que pongamos, nada de todo eso prueba de manera concluyente que el universo sea defectuoso, aunque hay que reconocer que es una evidencia bastante impresionante.
El argumento de que no se puede crear un máximo de bien sin algo de mal aparece en Agustín de Hipona; utiliza la metáfora siguiente: en una composición musical se puede introducir una disonancia para que el conjunto total gane en belleza. También Tomás de Aquino plantea argumentos de éste tipo: por ejemplo, que no es posible para Dios crear en los entes una capacidad de sentir placer sin a la vez darles la capacidad de sentir dolor. También en algunos momentos de Tomás de Aquino parece plantear esa idea de que nosotros no vemos el todo, de que algo nos parece un mal injustificable porque nuestra prespectiva es limitada. Esto se aplica en el caso de Tomás sobre todo para el mal metafísico: como Tomás sostiene que hay una graduación de los entes finitos, de menos perfectos a más perfectos, de menos próximos a Dios a más próximos, si comparamos un ente finito menos perfecto con un ente finito más perfecto podemos plantear un mal metafísico para el primero.
-Una forma que me parece mala de intentar justificar el mal físico es verlo como un castigo para el mal moral; y no necesariamente un castigo sobrenatural directo, sino incluso un castigo natural: las catástrofes naturales son en realidad provocadas por las malas acciones de los humanos (ejemplo: inundaciones-deforestación). Parece evidente que hay casos en que no podemos explicar así el mal físico: por ejemplo, a un niño de dos años que le entra una dolorosa enfermedad parece que poco tiempo le ha podido dar para hacer mal moral. Y desde luego, está el asunto de la injusticia de que le pasen males físicos y morales a personas buenas morales. Como planteaba Kant, parece que hay que buscarle un arreglo a esa situación, y por eso introducimos artificialmente un extra de bien (en el cielo) que compense a la persona moralmente buena (que ha sido desgraciado en la tierra).
-Otra idea, esta presente tanto en Agustín de Hipona como en Tomás de Aquino, es considerar que el mal (y en particular, esta idea se aplicaría para el mal físico) no puede plantearse más que por comparación con el bien. Lo mismo que no existiría o no podríamos plantear el negro si no existira el blanco, así tampoco podemos hablar de 'mal' si no es por contraste con el 'bien'. El mal es un no-bien. Expresado en términos metafísicos, el mal es el no-ser, y el bien es el ser. El mal es por tanto, una privación, un no-ser; como si fuera una especie de parásito que sólo puede darse por comparación con el bien. No se podría entonces responsabilizar de eso a Dios, ya que Dios es sólo el ser y difunde el ser.
-Los argumentos de que Dios no puede crear el máximo de bien sin algo de mal, y que, en todo caso, éste mundo es el mejor que ha podido crear Dios dadas las circunstancias (en el que se daría el máximo de bien que se puede crear con el mínimo de mal) aparecen también en el racionalismo, y muy especialmente en Leibniz.
-En todo caso, por último, parece que siempre nos queda el recurso a abandonarnos al misterio. Sabemos que la vida es difícil, y que cada pequeño gramo de bien que conseguimos arrancar a las dificultades del mundo merece la pena. Pero podemos plantear que Dios tiene una noción de bien que es sólo analógica con la que manejamos nosotros; tiene una noción de bien y mal que nos supera, que nunca vamos a poder entender. De alguna manera, aunque nosotros no lo podamos comprender, Dios es capaz de escribir recto con renglones torcidos.

1 comentario:

  1. No se si considerarme un poco tonta, pero he leido la publicación como 3 veces. Y llega un momento en el que me pierdo y no entiendo nada.

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