sábado, 3 de marzo de 2012

Yo, Descartes, Hume, los comatosos y los implantes de memoria

El otro día Adriana hacía una pregunta que me sugería un modo de enfocar el problema del yo en Descartes y en Hume. Conforme al ‘Pienso, luego existo’ de Descartes, la prueba clave para considerar que existo es constatar por autoconciencia que hay actividad mental; y Descartes añadía algo que era clave: y existo como una sustancia. Esto nos lleva a la sugerencia que se planteó en clase: un comatoso, que vamos a suponer que no tiene ninguna conciencia de sí mismo, ¿existe?: habría que decir: como un cuerpo, podríamos plantear que sí; pero no existe como un ser humano, como un yo.

Ahora bien, ocurre que todos hemos perdido alguna vez la consciencia; es más, podríamos considerar que la perdemos todas las noches, cuando nos dormimos profundamente, cuando no tenemos sueños. Es verdad que un electroencefalograma detectaría actividad cerebral (y quizás podríamos plantear lo mismo en el caso de un comatoso); pero quizás hay que distinguir entre actividad cerebral y actividad mental autoconsciente: lo importante para Descartes sería lo segundo. Pero entonces, ¿acaso va a plantear Descartes que cada noche, cuando nos dormimos profundamente, dejamos de existir?; habría que plantear que no, porque Descartes ha añadido la noción de sustancia: yo permanezco, el mismo, aunque pueda haber intervalos sin actividad mental autoconsciente. Si os fijáis, es en el fondo el mismo problema que planteamos para la existencia de las cosas cuando dejamos de experimentarlas y luego las volvemos a experimentar.

Hume, en su fenomenismo, aplicado al problema del yo, elimina el uso de la noción de sustancia. Lo único que queda es una sucesión temporal de impresiones (y sus ecos en forma de ideas): eso soy yo. Si esas sucesiones se interrumpen, ¿por qué pretendo que sigo siendo un mismo yo cuando se reanudan?. Es más, aunque no se interrumpan, ¿qué quiero decir al decir que un mismo y único yo está sustentando a esa corriente?. Hume responde desde su fenomenismo que nada, que no tiene ningún sentido; así que Hume, en realidad, no aceptaría la imagen de la mente como una especie de contenedor vacío que va llenándose de impresiones: no hay tal contenedor al margen del conjunto de impresiones; lo mismo que no hay sustancia al margen del conjunto de oraciones condicionales ‘si…entonces…’.

Lo mismo que nos basamos en la experiencia, en los patrones empíricos que detectamos en la sucesión de nuestras impresiones, para plantear una realidad de sustancias y causas, también nos basamos en patrones empíricos de continuidad para plantear un yo. Planteamos un yo, y con eso estamos yendo en efecto más allá de cualquier cosa que podamos experimentar, pero lo planteamos porque la experiencia es tal que nos deja margen a plantearlo, porque nos podemos apoyar en ella. Una experiencia radicalmente caótica, una sucesión de impresiones radicalmente incoherente –y nada impide que pudiera ser así- nos dejaría sin poder realizar una ordenación de la sucesión, ni encontrar conjuntos coherentes de manera que podamos plantear conjuntos de oraciones condicionales ‘si…entonces…’, con los que plantear que hay un mundo de sustancias persistentes, que se influyen causalmente, y que hay un yo persistente.

En concreto, para el caso del yo, puedo recordar mis impresiones: ya hemos indicado que quedan como ecos en forma de ideas. Así, al despertar por la mañana, puedo recordar que el día anterior estaba en clase de filosofía, y ese recuerdo encaja con las vivencias que voy teniendo; veo el despertador, la habitación, llego de nuevo a la clase de filosofía, etc.

Pero, lo mismo que ocurría con mi seguridad de que el despertador es el mismo que anoche puse con alarma, ocurre con mi seguridad de que al despertar sigo siendo yo mismo: me baso en las experiencias, pero estoy yendo más allá de las experiencias, y puede ocurrir que me esté equivocando, y de tal manera que nunca pudiera llegar a descubrir que me he equivocado. Así, por ejemplo, por la noche, mientras dormía, una corporación maligna me ha secuestrado, ha tomado una muestra de mi adn, me ha matado, me ha clonado, y en el cerebro del clon ha metido una serie de implantes de memoria para que no note nada, y ha metido al clon en mi cama. Al despertar, sigo pensando que soy yo mismo….pero, ¿lo sigo siendo de verdad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.