viernes, 17 de febrero de 2012

Una comparación entre racionalismo y empirismo: la metáfora del muro

Supongamos que tenemos que saber lo que hay del otro lado de un muro. Tanto racionalistas como empiristas plantean la existencia de tal muro: son las experiencias sensoriales, las apariencias de las cosas. En líneas generales, tanto racionalistas como empiristas rompen con un punto de vista de realismo ingenuo (como el que podían tener Aristóteles o Tomás de Aquino) sobre esas experiencias sensoriales: esas experiencias sensoriales no son los objetos de la realidad. Mi experiencia sensorial de una manzana simplemente es una realidad distinta de la manzana. Un empirista como Locke –y un racionalista como Descartes-, que defiende lo que vamos a llamar realismo por representación, tiene claro que al otro lado del muro tiene que haber realidad. Empiristas como Berkeley y como Hume veremos más adelante que no lo tienen tan claro. La pregunta entonces es: ¿cómo vamos a conocer lo que hay al otro lado del muro?, es decir, ¿cómo vamos a conocer la realidad?; porque el muro, eso está claro, tanto para racionalistas como para empiristas, eso sí que lo estamos conociendo. La respuesta de un racionalista y la respuesta de empirista van a ser distintas:

1) El racionalista dirá que la única manera de conocer lo que hay al otro lado del muro es saltarlo; nunca conoceremos nada de lo que hay al otro lado del muro basándonos sólo en cómo es el muro (es más, si nos basamos en eso, nos podemos despistar totalmente sobre lo que hay al otro lado del muro); es decir, que si no tenemos algo diferente a las experiencias sensoriales, nunca podremos conocer nada de cómo es la realidad que está más allá de las experiencias sensoriales (las experiencias sensoriales pueden ser engañosas). Si que tenemos ese algo diferente a las experiencias sensoriales: o bien diremos que tenemos ideas innatas, o bien equivalentemente diremos que tenemos una capacidad especial de intuición, una intuición intelectual, diferente a la intuición sensorial. Incluso podemos plantear que alguien –Dios- nos chiva los puntos de partida para poder empezar a averiguar lo que hay al otro lado del muro.

2) El empirista dirá que la única manera de conocer lo que hay al otro lado del muro es basarnos en lo que sabemos del muro. Esta postura sería claramente la de Locke y su realismo por representación: lo que constatamos en el muro es un indicio de lo que hay al otro lado. Así que tenemos que basarnos en la experiencia sensorial. Y aquí quizás estemos asumiendo que éste conocimiento no es tan perfecto cómo el que tendríamos si pudiéramos saltar el muro, pero el empirista dirá que es lo más que tenemos al alcance los seres humanos.

Utilizando la metáfora del muro, Locke diría que ante todo estamos seguros de que hay algo detrás del muro; si no hubiera una realidad detrás del muro, no habría muro. El problema es si podemos conocer más cosas sobre esa realidad detrás del muro, además de que existe. Podemos considerar que en ciertos aspectos, el muro es ‘transparente’, y nos deja ver algo de lo que hay al otro lado: las cualidades primarias. Claro que podemos considerar que Locke se está aproximando aquí al racionalismo: entre plantear un muro ‘transparente’ y considerar que se puede saltar el muro no habría diferencia. Hay que tener en cuenta que tanto Locke como Descartes están admitiendo la validez de la noción de sustancia.

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